“…los fantasmas no son sino
pequeños
desconciertos del espíritu que no logramos
retener
en los reinos del sueño…”
Hoy TeTeBA nos habla con el lenguaje del cine y sabe que
desde los movimientos rectos sólo se
puede volver replegando. No ignora entonces, que con los movimientos
circulares, siempre se vuelve a empezar. Al retornar al punto de partida no se
es el mismo, se debe volver a empezar asimilando, cada vez, esa sensación
adánica que se abre a la continua creación. La curva es inclinación hacia lo infinito; la página en blanco, una provocación; el texto, al atravesarlo sensorialmente,
lo impulsa a inventar un idioma; las
voces elegidas se sienten como ecos que vuelven, nutridas por momentos de
una solemnidad majestuosa.
Definitivamente se
imagina al espectador preparado para
recibir este mensaje. Lo ve avanzando hacia la pantalla, una pantalla irradiando
conceptos imbricados acompañando a un texto que exhala información. Lo advierte
distinguiendo a los actores por su idiolecto; sabe que la palabra no se debe
convertir en una moneda gastada, que la interpretación nace del instante.
Una obra donde se
enhebran imágenes montadas, utilizando un sin fin de recursos, desde el plano
general hasta el escorzo. Imágenes que recuerdan ese papel celofán a través del
cual mirábamos durante la infancia, que se multiplican y quedan acuñadas en
esta: su película.
MAGDALENA