Finalmente… me erijo a partir de este escrito en responsable de cada uno de los materiales exhibidos
por la compañía. Ha constituido mi obligación durante todos estos años refrendar las resultantes entre la propuesta
de cada ciclo y los ulteriores alcances tras el didáctico proceso creativo compartido. Puede decirse que
me han cabido la puntada inicial y la final. Pero en el medio hemos cincelado en tropel los condimentos del
banquete, acordes con nuestro apetito pero a la vez con la mesura que nos imponía la búsqueda de claridad,
armonía y concisión.
Normalmente he soñado con los espectáculos desde bastante tiempo antes de traerlos al ruedo, y
pude trabajar con gente que entendió mis proposiciones al punto de reflejar muy parejamente aquel sueño
germinal. Después, todos se lanzaron a la tarea, advirtiendo que nuestro respeto por el teatro y por la poética
nos hacía fuertes como para intentar todo tipo de alambique, de experimento, de osadía y, a no dudarlo, de
temeridad. Me hice dueño de las estructuras del lenguaje a desenvolver: pero quienes las desenvolvieron
fueron mis alumnos. Me obstiné en los mensajes a revelar, pero los que cargaron con su gravitación, y los
defendieron, fueron ellos. Fui el causante del vértigo, pero los que llenaron la escena de sanos temblores
fueron mis actores en ciernes, mis artistas consumados, mis personas translúcidas (y lúcidas). Este es un
libro colectivo. Solidario. Grupal. Colaborativo, interdisciplinario. Lo firman los hacedores del teatro todo -como
si hubiera un parnaso que nos guía a todos unidos ante la contienda. Las palabras son lo de menos. Pero son
nuestras.
Gustavo Manzanal
Director