Nos visitó Daniel Ponce, quien pidió que no lo consideráramos
Especialista de Nada, para luego demostrarnos ser Especialista en Todo (más
allá de los títulos: antropólogo, profesor en Artes audiovisuales, escritor,
poeta, músico, coleccionista, etc.). Muy amigablemente amigablemente, con
simpatía -sin embargo una enorme rigurosidad-, nos enseñó el increíble mundo de
los ‘instrumentos informales’. Consiguió, como intentamos que suceda cada
jornada en TeTeBA, que hiciéramos todos juntos alguito de música y teatro a la
vez, convenciéndonos a cada paso de que siguen existiendo mil razones, y mil
ocasiones, para mejorar el mundo, aunque sea a través de ratitos como éste.
Su
charla versó sobre cómo fabricar instrumentos musicales informales a partir de
cualquier elemento desechable.
Nos
hizo un recorrido desde su infancia, recordando a un tío muy simpático que le
hacía música a partir de un peine con celofán, que le despertó el interés.
Luego
dio como ejemplo los instrumentos desarrollados por Les Luthiers a partir de
elementos insólitos que describió; lo que se busca es que la música que emiten
sea afinada, con notas y con sonidos parecidos a los de los instrumentos
convencionales.
Por
ejemplo ‘la guitarra de Lata de Batata’ (o ‘guitarra dulce’), o el ‘Bidetófono’
a partir de un bidet pero de fibra de vidrio, lo que lo hace liviano y en la
concavidad con un material que hace la resonancia.
Citó
a distintos creadores, como “La banda basura” de México, que hace música con
elementos de la basura; o a un músico que tocaba el serrucho (con el grupo “Los
Tururú Sereneiders”), curvándolo y utilizando un arco de violín.
Los
negros Norteamericanos hacían Jazz usando lo que podían e inventaron un
contrabajo usando un balde de Zinc con un arco y un hilo de acero, batería de
cucharas, la tabla de lavar,(La banda de rock Creedence Clearwater Revival adopta esta
modalidad). Contó como los pueblos caribeños arman tambores de acero con
barriles de petróleo (steel drum).
Los
instrumentos de viento comenzaron con las conchas marinas usadas por los
Griegos y los Mayas e Incas, luego la trompeta digamos recta, que
posteriormente para el uso militar se curvó y se convirtió en clarín, al que
luego se le agregaron pistones convirtiéndose en trompeta; otra variante para
dominar la columna de aire se vio a través del trombón a vara, y el sonido más
grave con la Tuba.
Vimos
distintos aerófonos, que son los instrumentos que se soplan y hacen vibrar
alguna membrana, como el “kazoo”, que puede ser de metal o plástico, al cual se
le pueden agregar muchos elementos para aumentar su resonancia y alcance -ya
sea caños de metal, plástico, madera.
Se
pueden conseguir hechos de metal o de plástico en casas que venden instrumentos
musicales como “Daiam” de la calle Talcahuano y Sarmiento, en la que te
atienden muy mal pero tiene de todo.
Los instrumentos más primitivos son los instrumentos de
percusión que se pueden fabricar con casi cualquier cosa. Estos son los que
nos hacen vibrar, porque emulan de alguna forma al ritmo del corazón.
Un
instrumento de percusión mencionado, hecho con una vasija de cerámica con 2
orificios, es el “Udú”. También Panderos, Panderetas, parches para armar.
Otro
interesante ejemplo: unos tubos que se cortan a determinadas longitudes
utilizando un globo para conseguir la nota y así cortando varios realizar una
escala para luego golpeándolas con unas ojotas (chancletas) lograr un efecto
como el de una marimba o xilofón.
Contó
como los pueblos caribeños arman tambores de acero con barriles de petróleo (steel
drum). Se
trabaja el metal golpeándolo para que suenen notas definidas. Esta suerte de
marimbas deben ejecutarse con sumo cuidado, porque el uso incorrecto puede
dañarlas irreparablemente. Por este motivo no se prestan.
Para
la fabricación de instrumentos caseros, son útiles los tubos de carretes de
distintos tamaños muy resistentes.
Otro
instrumento es el “Matófono” (Saxo de bolsillo) a partir de una calabaza de
mate que se corta a 2 cm de un lado y se lija cada cara para que cierren
exacto, y se hace un orificio para soplar: al hacerlo hay vibración.
También
dio la explicación de cómo se hace un “berimbao” a partir también de una
calabaza, en este caso mucho más grande, al que se le adiciona un arco, se une
a la calabaza con un alambre rígido y se fricciona una moneda, produciendo ese
efecto tan característico.
Otro
instrumento de viento para producir efectos es el “Pito de émbolo”, que es un
pito con un tubo y un pistón interno y una varilla o aguja de tejer doblada que
lo mueve a través del tubo.
Hizo
un güiro a partir de un caño de aluminio con agujeros al que le hizo agujeros
con clavos y un le agregó un mango.
Luego
mostró y tocó un instrumento de percusión que se utiliza para tocar Charleston,
que es la tabla de lavar, a la que le agregó una placa de aluminio acanalado,
una caja china, una jarrito metálico, una cajita de caramelos metálica, un
cenicero metálico y un platillo hecho por un murguero.
También
recomendó la búsqueda en Internet de varios maestros de instrumentos
informales.
Cayó
la tarde, y el cincuentenar de integrantes de TeTeBA, que es los que somos este
año, salimos ‘cantando bajito’, haciendo sonar cualquier cosa al alcance y
soñando con una orquesta ‘informal’ para acompañar durante el presente ciclo
nuestro Proyecto de llevar a teatro “El llano en llamas”, de Rulfo. Y
convencidos que este buen hombre que nos visitó usó como pretexto el tema de la
charla para adentrarnos en un mundo enorme de posibilidades que parece marchar
paralelo a nuestros sueños de teatristas. Y al que vale la pena registrar para
seguir creciendo como seres embarcados en demostrarle a la realidad que la
podemos tomar por los cabellos, pero sin gesto brusco, con expresión delicada o
con música saliendo de un cuenco o una lavativa.
Gracias
Ponce y a todos los presentes.